domingo, 8 de julio de 2012

Lamento del carbón atento al resplandor


Temo perder la fama entre aquellos
que llamarán a este tiempo el tiempo antiguo
                    DANTE: Paraíso, XVII, 119-120



Nula trayectoria
el invisible gesto buscando
del ímpetu postrado, la flecha inmóvil,
mi mano aquella lanzada
a la luz de este silencio sin gastar;
voz del misterio que dictaba
lo que asoman las respuestas.
Es un hecho que mi diestra
profana pareciera
y asiento de inquietudes esbozadas,
dócil pluma persistente
perseguida del sol y su inventario;
y proviene de un beso secular
o de un desnudo furioso, absoluto
en su rauda aparición y adorada prueba…
Comparecía el pulso
en notada levedad de su expresión
y rezaba un Giacometti en repisa expectante,
un feliz refugio de focos a la fe
en mis llagas llenándose de tinta.
Las palabras jubilosas
vigilaban a un tiempo de pasiones tropezadas:
presuntuosos tubos atraían mi espíritu
y la arteria del árbol, ácana insolente
tallaba yo sin sombra al traste reducido.
Animal imperial luce el tiempo hoy
y mi rostro ardido de querer sin desistir
que ahora cierra estas dos puertas dormidas.
La perlas de Toshiba absorben
la energía en marcados abalorios,
lencería de mis yemas
reduciendo vuelos de una hoja de estación
y ordena mis sueños más posibles,
deletrea mi complicidad en su reflejo
de lecho gradual a nuestra silla,
cuya carga es casi un vicio
que delira con dones de este mundo.
Entro allí y desaparezco,
ya no es mi mano el alimento
y el corazón en mi gesto de acepción
se diluye en tentación que va en ella
sintiéndose lo mismo:
dibujar el desnudo de una llama acezante
o escribiendo el ajetreo tangible
al leer el vuelo de un tronco
tallado con espíritu de libro
y es todo al ritmo del oxígeno
que inicia su expansión,
pero me pierdo en este resplandor elástico
que carga con lo injusto de cambiar el hábito
y las damas de Avignon no me toman de la mano,
réplicas destapadas de vergüenza a tientas;
Heminway retrocede en El Pilar herido
resentido en su esqueleto volador
y La Pietá de Vincent pierde su según,
por este reino desbocado a contenernos…
Amortiguado  voy siempre en su óptima placenta
y el carbón guarda un rencor
que lo inhabilita en la hojosa nada
y suelto hoy de su espera huída,
que este pésimo desliz jamás aceptará.
De modo que pobre estaré
cuando venga el espejo a edificarme
y mis manos famosas de mí
no lo digan todo
allá donde acabe
"tan moderno
  y sabio".




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