lunes, 13 de agosto de 2012

Los amigos primeros


       Antiguo Asilo del Padre Valencia, después la primaria Carlos Baliño y más tarde Escuela de Arte de Camagüey, Cuba                         


"Ellos han vuelto
al sitio donde una vez creyeron inventar
el amor"
                       María Iluminada González



¿Qué ha sido y qué será de los amigos primeros?
esos que se guardan en sobres dorados de la memoria
 jamás interceptados, a golpe de ironía y desprecio por las sucesivas marchas
¿Qué será de aquellos felices niños?
mientras perdían sus juegos, no sabían que se ganaban la eternidad,
buscando lívidos lagartos conocidos, o robando mangos peores que los suyos
¿Dónde estarán los fieles compañeros de escondidas, de becas violentas
los que empezaron allá por el 69 en aquel asilo, con su iglesia al centro,
clausurada desde adentro para idear escuela?

A veces los imagino cabizbajos, sin facultades, entristecidos por fuera,
como si tal cosa reflejaran las imágenes que rebullen en el inconsciente
sus risas disueltas en el barrio sin horizonte, ni elevación, luz adentro, en provincia
de puertas y brazos abiertos que cerraban al anochecer.
En ocasiones me vienen reiterando monerías a través de un espejo,
y luego sus voces, sus comedias, sus pies descalzos con los míos,
el retrovisor averiado de un viejo auto del 50 y un rebaño venerable,
sin proyectos, con brebajes de grosellas y mangos verdes,
insaciables descubridores de juegos.

La cascada de los tanques suena detrás, es día de agua
y nos bañamos en un chorro que tamborea en nuestras cabezas,
pasamos por debajo de los arcos de dulce simetría,
subimos las escaleras misteriosas de los murciélagos fumadores
esperando el timbre una y otra vez sobre el caballo
que era una triste penca debajo de algún banco colonial,
me borro en un escondite absurdo, cualquiera de los tinajones
cerca del asta de los interminables matutinos concentrados.
Aparezco de lleno en estas líneas cobijado del prurito de mis versos.

Me imagino cómo sería tomarme una cerveza al habla de unos cuantos
mientras acosa nuestro recuerdo, tal vez sólo la risa nos acerque 
en nuestro encuentro tardío, faro de umbelas y las palabras
sumergidas en una música ahuyentaría a las sombras maduras,
sin embargo sembraríamos una conversación en una carcajada 
sin invertir ni un segundo en el gris espantoso de la patria,
sólo reírnos juntos, luego la tristeza se daría la vuelta con nuevos candores.
Podría ser sentados en una plaza, en el patio donde orinábamos gemelos elefantes
empinando los pinceles al unísono, o recogiendo nubes, tiradas por carros celestiales.

Cualquier sitio es idóneo para los efluvios del pasado
hay en cada uno historias de todo un trayecto que se nos va,
hay en todos ellos fragmentos diversos de lo que soy ahora
como un digno ajiaco de la tierra, donde cada especie determina.
Hay una tierna historia con naufragios complicados, disfrazándose de viajes.
Hay mosquitos que destruyen las pasiones como hechizos sangrantes
apagones que se llevan el brillo amoroso de los ojos.
El tiempo no olvida los lazos que enriquecen, el mismo tiempo que envejece
en el retorno maldiciente y perturbador, hacia cualquier pupitre.

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