martes, 21 de agosto de 2012

Halcón peregrino







Yo no me escuchaba
Ofendía esta celda hoy
que ni siquiera se abrió
en mi escritura libre.
Durante absurdas oraciones
las piedras la acogieron
y me desciñó un musgo ojeante,
donde el amor refresca ciegamente.
Con sus joyas de nombrarme es capaz
de suponerme en inusitada altitud;
hoy tengo tanto alcance
en la mirada, tanta fuerza llevo
en mi sonido, sin embargo, mis huesos
otean tan desnudos el abrojo fósil
que pletórico vuelve a circular,
hasta que las alas conmutadas
hayan suplido esta atmósfera
del espacio parietal, almibarado
con el simple humor de retornarme.

lunes, 20 de agosto de 2012

Nombrar la soledad



 

 

No aparezco en las afueras
para recoger al tiempo
en sus alambres ciegos.
Me desengaña el alba
partiendo su serón
de lágrima aproximada.
Allí mismo me rascan las semillas
plantadas como pájaros.
Tengo noches destiladas
y una hernia horaria
del azar que me abandona.
Me abusan los rincones de sorber
la soledad más inocente
acuchillada por el aire
de mi voz forzada bajo techo,
que ansía la sutil virtud
y el aplacimiento de volar.


Subterfugio



                                         Gabriel Gutiérrez




Bajo antiguos alborozos
comienzan a amasar
náuseas únicas allá adentro.
El arpa no alcanza noche
para cerrar el eclipsado juicio
y conferirle a Circe el fuero
de un solo fermento a mi nombre,
hincando el bordado cómplice
de su afilada espuma, que  redundaba
su parcial cojera devanando soledad
y ungiendo el estropicio.
El límite me avanza el bostezo
donde se enredaba el júbilo
sobre la hierba azul, que vuelve de nuevo
a ser manido clásico en la lluvia
frente al incoloro escenario insulso;
como el dispendio gris del reciente abrigo,
donde sopla aún herido el aire frío.
Sinceramente me acerco, ando ya empapado,
sobre las aguas hondas sin intrigas
y me asomo, rueda el aliento.
No me nacen las hileras en la boca
y existo levemente, remoto como el salitre,
curado o más espeso todavía
que el inaudito acero del papel.
Imaginariamente he asistido al aire
numéricamente menor y al habla,
tañendo alas allá al fondo
y canjeando leyes insondables
de amistad, de útil cercanía.
No obstante, ahora en silo guardo
el desvirtuado plenilunio;
hiño mi atónito ser contra el sueño
engavetado, como esta charla
de bolsillo interminable, rezagada
ofrenda y pluma difunta sepultando
fiasco enrevesado e interrogante túrbida.
Me acerco, sinceramente está el silencio;
ya nunca el rubor se pone acento;
terminé siempre desnudándome…
¿para qué redondear lo inédito?
sin énfasis disonantes-el alma limpia-
¿Para qué ejerzo un vuelo nítido?
Si al final encanece con el polvo en contra
topándose las espinas de siempre:
bengalas en los ojos, chispas de sofismas,
ciertas exigencias de la aerodinámica
y erizos incomprensibles de la desrazón;
hasta una flor en acecho inopinado de alimañas
encaramada en mi intacto escrúpulo
velamen del sendero principal.



lunes, 13 de agosto de 2012

Si me encontrara con Dios



No se opone a los seres que nacen
ni se apodera de sus vidas.
Nunca se queda en la hora cumplida.                                                         
                 Tao Te Ching (ASIMILACIÓN)

                                                    Rouault



(Dedicado a mi hermanos Infante, Carlitos, Obediente y Odalys, fallecidos entre accidentes, escombros, cáncer y sin hacer más larga la espera).



Si me encontrara con Dios
entre estertores, quizá le pida
que me aleje el hosco cedro decorado
y me alargue el fervor puro de mis ansias.
Después imploraré mi pulso, confesaré
si puedo el breviario de mi vida, si da tiempo
suprimiendo los desnudos marchitados.
Aclararé mis amores no alfabéticos,
enunciados por claros de dulzura
recitando a los rostros desvaídos
sin tormento.
En mi boca encontrará en grandes ramos
la sonrisa que será tragaluz en mis pecados,
desgranados y numéricos cuando otra persona
diré que al morir de barrios yo haya sido,
cada vez que un mundo mejor he procurado
en la tierra de su infinita obra rehuída.
No tildaré muertes para comulgar
cual ángel caporal quedo, en partida anticipada
y pastora tierna juventud para decirle:
Mire señor, de tu rebaño hermanos me han dejado
y nunca pude ver tu compasión,
perdone mis brazos tan explicativos
¡absuélvame si lo cree y si no castígueme!...
Toma mi corazón como el insulto que siento
al apagarse esos senderos sanguíneos;
donde quieras cláveme esta lanza ofrenda,
de querer ser otro por mis caros amigos...
¡ corrígeme este escepticismo!
aunque me haya crismado sólo esta tristeza.

Tíovivo

De mi libro a dos manos con Adela Corporaal "Piedra de toque"



Al aire te vendes, 
compra tu silueta liberando orgullos
al principio se hizo en tus cabellos
emboscó luego la piel y un descenso otoñal
sacó mesas de flúor para verte columpiar.
Acodado vigía bebí tu interés 
sin brillo de piedra observa bien,
sí, como dos naves que viajan 
adaptadas a tantas peripecias 
nos unimos al habla, sobre sepulcros
palabreados de tu voz, sílabas de silencio
traspasa el frágil laberinto que hace llagas.
Bato records de barriles de origen...
devoro un potro a las siete, como dispararle al pecho
¿no ves...? nos diferenciamos, 
no usas tus armas naturales
y sonríes, vuelve el ademán descanso, 
tímido vuelo de libélula, quejumbroso 
vuelve y gira a contrapeso.
La misma secuencia no dejo de mirar
en cada punto opaco de la cita;
yo no estoy en tu ciudad y el vacío 
está desbordado en tu alegría.
Se muda el cuerpo, tácito bramido 
de hojas cunden nuestra gravedad
nos da vueltas y pide espacios para el giro
que es fuerza de susurro, Dios quiso 
que encontrara tu paz
en este remolino devorando el iris,
sin maestro ni explicado ahínco
en medio del latido urbano 
y el fuego efímero salvaje del soñante.

Del uno y el otro, extraño molusco



                                     Paco Morales




Disimula el otro recuerdos 
más claros, que imponen celebración
rejuntando períodos en anaqueles 
expertos grosores mejorados.
Siendo el mismo acabaré, 
ahora dudo restaurar
aquella entrada postural en los altares
de piélagos violentos y claror 
de escenario con pautas complicadas.
El frágil que no miente me mira al cristal:
barba rebelada, pensamiento entrante;
de gorja aparición la sutil primavera
tras los flagrantes nervios canos
o dentro de una sacudida lejana 
que antepuse a versos de animal,
y de vuelos en el horizonte, insípidos vuelos
sin el tibio asiento de una recompensa.
Nada calmó mi espíritu de aspas
en la arena hipnótica cribando sueños, 
y regalé la visión de pájaros revueltos
sintiendo lo mismo a pleno aire.
No son humanos, no entienden mi visión,
pero conocen a uno y aman la roja moratoria
de ganosas pupilas, que en redobles 
nunca claman ni el más recóndito suspiro.
Del viento adorado, velamen sin ataduras
vino mi silencio y el plasma que no es peso
de alarma, ni embrujo de su celda.
Así tan parecido, el trémulo y frágil 
escribe sin cabeza, sin manos
leyendo escribe, se siente uno y otro;
en cualquier cucharada con derecho 
a curarme se inscribe ufano, o a callar
y no ser recurso en mis torpores.
Yo me tumbo, mis ojos marchitos 
caminaron mucho sobre ganas,
en antaño gesto de unas horas
años la tos abierta y sin identidad. 
La mixtura idéntica hoy...
hasta en hastío soy el hombre recio.
Las bacterias ya tienen un consejo 
y yo rebajo el torpedo de esta irreflexión
izando mis sueños, que fueron un día
el preeminente papel excluido
del uno y el otro, extraño molusco. 














Extraña meditación en el mismo fuego


                                 



                   A la cara fugaz de lo inefable
                                           Raúl Luis                         



Recorro llamas precisas 
me muevo en el dolor
por un pétalo de color vivo
que me adorno hoy.
Por algo me dejé estas marcas
que no sólo dejas tú, soledad.
Viene a ser como luz serena
inalterable de otro fulgor;
así que dejo un tanto de placer
por las exasperadas palabras
en medio del institucional miedo 
y respiro al descubierto
para que no sean mis sueños
una verdad heredada,
únicamente le rondo míos...
lo correcto sería esperar entre aromas,
nubes mudables o el humo paciente
éter de olvido la deuda que pesa,
que es sueño, tercos deseos;
ya les he visto recién hechos como niño...
¿qué necesidad guarda la espera...
qué función de madre harán 
sus pupilas descifradas...?
Salgo de ahí bastante abstraído…
no, no soy ateo, creo siempre en la fe de otros
y sigo mi instinto de contagio.
El celoma de mis sorbos tengo en blanco
y mi amor está guardado a golpe de aprender;
sí, ya sé que suena cursi, 
¿lo será este duende amordazado...?
la ternura lo es, alguien dio la voz
para contaminarme de lirismo
y sudó mi alma y redobló su prosa vigilante.
Otra vez suena un rintintín...
mi mano mueve su latígrafo
¿no ves como me invento sumas?
no, por ahí no vuelvo a andar, me autocensuro,
siento la huella renuente en las llamas precisas
y sílabas atormentadas como sombra de muerte,
útero de lágrimas del desastre
al que no le dejo orilla 
para que se extinga.

Bohío


                                  Domínguez 


Crujiente casa de mi evocación, gesto de árbol domesticado para su armadura, callada voz de tablas blancas que dieron mis semillas desde erguida altura.
El rocío me legaste placentero, entre las zanjas humildes y los ojos sagrados de mi bisabuela. Meditaba sin saberlo en el aire de los guanos, para ser un sueño callado y hondo, que salía como tomeguín sediento de ranuras secas, hacia el inentrable invierno que se derrota en tan madura piel. 
Solícita mirada, bedijas de algodón iluminando las mangales sombras, de tanta soledad sirviendo de tinaja el agua pura de su siglo con manos desveladas.
Viene el tiempo, único sobreviviente y la madre fiel cruza el trono de tojosas y lagartos cazados por mí. Su tabaco mascado torcido de su infancia, se envuelve en la furia de labios dulces seducidos por la liturgia del humo blando en su taburete. Me reconoce ungido de historias de mambises con hambre, de cuando Maceo invadió la armonía de su patio cercado de sonrisas de occidente. Llego a la tácita costumbre de sus ojos que conducen sus antepasados, hueco asomo que nos asimila convocados en la azul grieta círculo lacrimado, mientras la cotorra no olvida su nombre que doy mito en el exilio.
Converso con el silencio lleno de astucia de su muerte contemplando el sueño de luna llovida, en las paredes de cal y polvillo de flores que se adentran donde anhelo aquel palmar, perla perdida de mis ojos, lingote de su alma, contiguo tesoro bajo el manido cielo y los pulmones de cuidar mi añorado paraíso.

A toda velocidad el mundo






"...En el reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo."


                                     Alejo Carpentier (El reino de este mundo)                                        




Cada vez el mundo se me pasa sobre los crueles edificios que en la hierba crecen, hasta corromper su huella práctica en escarpe. Ocurre de nuevo, inefables novedades se precipitan en moráceos de rapiña e inepcia del avance, y en este remedo mi espíritu crece manso en su floresta. El mundo pasa sin creerme intercambio con la simple golondrina del fondo libre de mis ojos. Yo no conozco las hordas de este avance secular del universo. Sé de partos matutinos destapando hábitos, cubriendo las ausencias y del fuego fatuo en el lomo de un caballo, o de algún dios aguardientoso reclamado en la nieve una sutura de aire...pero, ¿quién soy...?
Si cruzo un solo puerto en tus labios y veo el sentido del agua en tu mirada, que de ciego curso me imaginan, soy entonces el verso de tu siesta...¿quién soy...? subíndice  del párrafo perdido, en cicatrices escaleras y orzas desairadas en cemento. Hasta comprendo al animal que me apodera, polisémico y diáfano de embiste, dibujando sus espejos, existencia abreviada de guardesa. Pero no, no, el tiempo no me desanima, no me desancla porque sienta los senos que me aclaman en el paraíso, árbitro placer que no se mueve y gana a la codicia. Nos situamos y el mundo de largo vuela, nos excluye de sus ganchos, se espanta en el lapso que se nutre una flor en el verdín pagano de mi amor pausado.

Contaminado padecer


 El diario acontecer de mi taller contaminador

                                Nayra López Matos




Tóxica mugre
entre dos ventanas que se oponen
y moribundos mis ojos, sin comulgar
en la dañina costra.
Me asiste la razón de los flamencos
del verano, tañidos rosados, orgullo 
de mondos y afónicos mangles supeditados. 
Artesana la mirada, elige de un paisaje 
su estampa que me pide despegar, 
sobre las plomizas suciedades
de atrapados sodios
y venenos presuntuosos.

Me inflo con aire marchito
y al fondo le asusto claridad que corro...
ya me iría con su amable risa
contaminada para algunos.
Los alcornoques retozan 
ignorando la benzalacetona
que intenta el control con arrogancia, 
los ácidos gobiernan.
La primavera me busca 
cuanto más adentro e imagino 
un cuadro en  los bodrios invencibles
de la sosa o en sus barros 
de triste ebullición inalterable,
ya que vibra de emoción el pensamiento.

Crisis en vastos corazones necios
y la nube baja nunca asciende
atingencia del buró que lleva altar
inoportuno: un mes cinco buenas manos...
y el siguiente, al descubierto 
eramos otra cosa, tres fuerzas que quedaron
alzadas dentro del maldito polvo negro.
Yo mando, descompongo la maldad
lanzando mi amor como un remedio 
de alegre resonancia, sobre el ruido
y la desarmonía que apaga su instrumento.

Viento Sur (sobre las señales)


                                          Jordi Alemany Sabater



(Un restaurante en el pueblo de Calellas y Viento Sur, el vino que encendió aún más la celebración)

Fue un misterio como llegó a mí. He creído en ellas, se me han aparecido en papeles en blanco, en rostros llovidos detrás de un delicado traspié, pero nunca me han inundado de placer cubriendo el apetito de asomada celebración.
Rebanábamos con gusto Calellas, cubríamos sus calles con un amor de cuatro sombras y a lo lejos sobre el paso, dos. Descubríamos un viento marítimo cómplice de labios y a la pareja que se tranquilizaba en la retina amorosa de un paseo nuevo, espacios hablados con el calor concluyendo los abrazos de palmerales. Hablábamos de la abuela, la madre de todos los nombres más cercanos, no soportamos aún la idea de no verla descender, hundida en la oscuridad donde la dejaron los nuestros y suya la triste herida de la tierra, de aquel Diciembre distraído y desolado. Flotábamos en lo desconocido, balandra de ilusión y lejanía de un salpicar lapislázuli, que se interponía destilando fantasías de otro mar distante, comentando hambre de ciclón, rugido de verano eterno y allí apareció esta señal, soplo divino a favor de la navegación...decía que nunca había sido tan ágil ante mí, sin embargo, esta accedía a nuestra mirada acompañada de estridores de la tarde y aquel ambiguo destello de morada nos asentó dejando sus olores de vigor, que hicieron germinar la curiosidad de estómagos aburridos. Los platos envolventes salvaron la austera saciedad de una tarde, agenciando la señal de étnico sabor donde nos dejamos caer convencidos de esta ofrenda, lujo de diversos paladares como vinosos mensajes, en botellas que divagan por el viento sur de tanta historia.

Ella siempre detrás de mi collalba


De mi libro a dos manos con Adela Corporaal "Piedra de toque"





                                 Pepe Morales



Un viaje pronto lanzado a calmas, donde las neuronas se tiran a beber cristalinas en su fuente, afronto los regalos y la creación se encalla, admitiendo componer de metalla este jardín en la hondura de garganta donde pienso. El mar, ese estropajo de oro que poco a poco se irá levantando tiene carnosidad de balsas cómodas, donde muevo las campanas de mi ritmo avalando el deseo de diálogo peculiar. Cómo pasar este suspiro soberano si la risa duele al no estar cerca y busco este lugar, metamorfosis de mi sala, con los sí y no que casi son sinónimos, en el bello paraje donde mi vida no ha estado debiendo ser igual que otras escenas absorvidas con emoción. Ahora he dejado el sitio y distraídas las teclas echan a andar hundidas en costumbre conformes a nosotros y sueño que alguien me espera en lustrina desembocadura de mi celebración. Ando entre nubes y tapo nostalgias corriendo a mi raigal de auxilio. Son caravanas de recuerdos hacia atrás, hacia el gris de un rugido sin morada que no es miedo, ni sombra, simplemente huesos que nunca fueron humo entre las luces, ni descanso que se precie de sellar tristes historias. Es un día grande y una legión de amigos antiguos me acompaña con regalos del cielo y silencio de nombrarme. Algunos sonríen, otros traen sones en sus andares, pero todos me regalan sus sueños sin temores, sus pausas sin distancias..¿habrá regalo mayor...? Sí, ya es otro aniversario y casi tengo un güiro y una tumbadora y un sinsonte en el jardín que voy armando, le siguen Orula, Changó y tu linda Ochún que siempre brilla en medio de tus noches, pero,¿ me entiendes amor...? Reposa tu cabeza por ahora y regálame el lujo de tenerte siempre detrás de esta collalba.