miércoles, 11 de julio de 2012

Entre las ráfagas


                                                                   Picasso




(Maniobra militar por Angola 84-85)

Llegó tu carta ayer
y aún estaba tibia de unos rayos increíbles
¿fuiste como dije, al mar a ganar su claridad?
Sólo he leído veinte veces el comienzo
cuando dices que me sientes caminar contigo
y es extraño que me parezca poco.
Me he adelantado
y te he puesto unos versos constelados,
ruidosos de metralla, pues, ya sabes…
no sé leer por partes
ni escribir de otra manera
y son estos que derramo
fragantes de pólvora sobrada.
Guárdalo en sus trazas severas,
aunque será difícil de borrar este revestido episodio
de locas polifonías.
Mi tanque se paró en medio de todo
y he cargado los pedazos de un amigo,
los que he podido salvar
como tus palabras, que susurran en el aire sin parar
y eso que aún no he llegado a donde me dirás
que tienes estos mismos deseos
o que me quieres ver desmayado de amor junto a ti
y debo apresurarme…
porque la noche más cerrada nos destroza los nervios
o la vida como al bueno de Frómeta
ahora una bandera, un doblado uniforme, un símbolo…
¿De qué estamos hablando?
Nada… te quiero y no te sientas orgullosa por esto
que algún día será un tenso disparate.
Miro a mi lado y sólo está su triste foto
y las cosas de su aseo, bien colocadas cual museo
y nadie paga, somos todos el fondo a borbotones
y llegan y se sirven con naturalidad de su pasta dental,
aunque es comprensible porque él la compartiría,
así que no debo pelear con ellos ¿no?
No, nada de eso mi retrato...
hoy simplemente espero que mi postre sea tu final,
donde siempre tienes las más bellas palabras
e imagino nuestra playa
y esa claridad que me escasea
en un poema dominado por las ráfagas.

(Memorias para ser leídas en el futuro)




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