¿He dicho que este perfil no tiene tacto y su materia, huesos son de aire?
Nada somos ahí, adobados por cálices fantasmas,
sólo imágenes guardadas e hirsutos contornos
que en secreto, acatan las más despreciativas sombras
desorientando al ciego y nunca al sordo
que escucha vidriarse su emboscada náusea.
Ahí no somos nada, excluidos del roce venidero
por un júbilo dormido del descanso más horrendo.
Nada somos, bah, se requisa el movimiento,
y la luz más presuntuosa se hace un réquiem sobresalto.
Pero, después de andar deshilachando el espesor de la alegría
¿quién oculta su encaje cuando el ala de la muerte se atraviesa?
El éxito del ángel resignado al viaje ya no exuda su virtual nobleza,
efímero halcón, aristarco de echada realidad e intocable honor.
Como el ojo de la flor no extravió la certidumbre donde somos todo,
sabiéndonos ungidos del hato que nos prueba, debajo del bolsillo izquierdo.