jueves, 12 de julio de 2012

Delirio


                                 Picasso

Son las cuatro
y tal como lo digo
parece muy tarde…
todo lo contrario es mi silencio
donde ha sonado el cuerno
y me aguarda una precaria
subida calma...
y este hecho de narrar sin saber,
hacia adentro
como el ávido cazador
de esperanzas personales.
De lejos, una música
deja un halo de tristeza;
lo que antes envoltorio
y grito castrado hacia lo nuevo.
Pero son las cuatro
y pesa el mundo aprendido, las horas,
y este presente hasta el amanecer
es mi grito de reservado vaivén,
un bestiario con mis flechas descansadas.
Ya casi olvido el hambre poderosa
y la jauría intrépida
desde mi recental,
pero tampoco recuerdo mucho del ayer
y a aquellos padres rebosados de alegría
y sufro del esfuerzo de entenderles,
de ser su parte que no sobra,
de enmendar la niebla insatisfecha y brusca
 y me conmueven, mientras se inmiscuyen
con sus voces de final.
Por eso estoy desnudo a las cuatro;
y despierto estas lamentaciones subterráneas
que no afectan los batientes versos,
Ni los antiguos ritos capturados
en mi terca aprensión,
que da culpa al desvelo que me dobla
sin cansancio.





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