renunciando al fondo que me vence
y en ese estado me pierdo esa perla
que emerge alevosa de atracción.
A menudo me extravío
convertido en polvo
ignorando mi ciudad emparentada
donde reina el caos y brilla la tiranía
medio siglo y más.
A menudo soy sólo un recuerdo
que subyace en una estrella
versionada por garras de media noche
un suicidio del aire
que silba en una lápida
y me roza en esta autopsia parecida.
A menudo muero con nostalgia
encima de unos senos
que me arrojan su sangre
y sonríen con radiografías de paz.
Y es cuando la invectiva sombra
a menudo se confunde en los boulevares
y en las tojosas del paisaje corredizo
que a menudo, deja flores semejantes
al amor más puro
y duele de elegirle sitio
entre los pétalos ávidos de encanto.
A menudo me reconozco lejos de mi Isla
pero despierto como espíritu
del Valle de Viñales
y sobre mi rostro las entrañas rojas de la tierra
esparcen el generoso verdor
de las basales banderas
resaltando la riqueza de esa perla
por hacerse todavía.
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