sábado, 23 de junio de 2012

Frío



 
Se recienten avecillas y temen crispadas
en sus peculiares jaulas de Estocolmo.
Los protagonistas de la calle se ven secundarios
cuando la timidez toma mis manos rehenes,
siendo libre en cautiverio de esta idolatría.
Arrastrando sus piernas, el sol se postra decaído
frente a la casa donde gasto mis huellas dactilares.
Y la resignación del transeúnte medio
es de una evidencia amarga, despegada de la claridad
bajo el gris de trama sucia y clamor sin panacea.
Roza mi cara preocupante el viento siberiano
transitando sin criterio, perdido cual viajero en diferido.
La habitación gesticula avivando nuestro encuentro,
que ya son telas minuciosas excitadas
inventando desafíos, en la blancura de costumbre
y benditos vaticinios infiltrados en mi mundo.



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