Hay quien ronda la fábrica como la puerta de la novia. Por supuesto que yo no. De ahí sólo guardo uno bueno, entre miles de recuerdos.
(Al Javi, con cariño y la memoria sonriente)
Miro las brechas del tiempo
Veo al compañero
frente a un molino despertando girasoles
respirando en los almiares, que me siguen
apagando la sonrisa levemente.
Miro hacia la calle
Veo astros diluidos en la acera
apartando mis Bacon con violencia y odaliscas
excluidas por la nieve de Tolstoi
que en vano quiere huir.
Resucito un trozo de pasado
Y veo la útil beldad de un día solamente
La atmósfera rechaza con lava etérea
mi rastro de bardo en sombra;
inefable rotación enajenada
de aquél, nuestro suspiro doblado
en vela, traje fino y veneno indócil.
El amigo del sur
prolongaba el paisaje corredizo
con nenúfares ampliados en satín
desde un migratorio espíritu
que vivía en los ojos de un taller
sufriendo horarios alacranes.
Me duelo de ocurrir, invierno…
porque él no está en medio con el odre
y la botija de cartón de los dibujos.
De modo que reclamo ahora mismo
la fútil hoguera del sueño malogrado
aclamando el reverenciado Louvre cobijado
en voraces espineros, desde aquí hasta Sevilla
paladeando su estrechísimo ademán.
Miro alrededor…lo siento, sí…
al norte clausurando el ole
de este a oeste, hipócrita y absorto
en sus fantasmales témpanos
y lo veo a él frente al azul de La Piedad
según sus ojos, con méritos sobrados
hincando solícitos latidos de estío
y aires flébiles por un eco aflamencado
a este lado maltrecho, que abre el signo
y el fuero de mi verso inscribe.
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