"Pero de qué tenemos que reírnos"
St.-John Perse
Al fin encontré una carcajada
la busqué en cosechas compartidas
durante madrugadas con recursos de la sien
y reflejos del gozoso cuerpo.
Recorrí todas las preguntas
rastreé las más amargas, las felices, los rumores
las peticiones y todas las unturas recientes.
Revisé el fondo de los tragos, la tensión en alza
la mesa anocheciente, la balanza gemido
y hasta en la orden del orgasmo.
Anduve los rincones desvestidos, los armarios
el oficio del cariño, la gracia de sus pasos
y desfilé en su rostro con derroche de humor.
Pero la encontré pequeña
apenas una sonrisa apuesta con sartas de estorbos
y palabras humildes sin esfuerzos hacia mí.
La hallé dormida, desnuda en un fuego de unión
que masticaba el hambre avara de mis ojos
y contemplé el abrazo, la fuerza somnámbula
el mundo arriba, con el sueño ejemplar en su voz
descolgada por el intenso frío
esperando el gesto ufano
de estridencia acariciable
y jubiloso despertar.
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