sábado, 23 de junio de 2012

La ciudad vacía


Si alguna vez toqué en su mano el paraíso
fue porque juntos conocimos la humildad.
                          Emilio García Montiel



Nunca pensé que podría desasirse este fondo, rodar en sueños simultáneos. Ya estaban prendiendo los rizoides cuando las voces comenzaron a caer desmejoradas, amputadas por el tallo, aligeradas en el más estricto sentido de la palabra. Cierro los ojos, me dan fuerza. Duermo en un beso que se mezcla en la hierba y asciende a las uñas reticentes de los árboles sonámbulos. Me siento parte de este nuevo rumbo aleccionado y suelto los botones que delatan al humano forcejeando en su destino, arrastrado por un sórdido paisaje. No tengo prisa, pero el cielo brilla y me veo repetir el galope del invierno, en mi empeño diáfano. Ya nada importa, salvo que podamos volver a consumirnos llenando otra ciudad.

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