¡Vaya que uno amanece, en ocasiones, trunco!
Roque Dalton
Rozan el cristal de alborada íntima
revueltos los colores en vuelos sordos,
de una oleada efímera en su redoma
de salón de cuatro caras diáfanas,
de una oleada efímera en su redoma
de salón de cuatro caras diáfanas,
hacia un lado- hacia el otro el mudo instinto,
de triste mar guardando sueños de expansión,
cercados para hacerlos míos:
de triste mar guardando sueños de expansión,
cercados para hacerlos míos:
mareas tranquilas, gritos desgajados,
canciones de Simbad
canciones de Simbad
contando las mil gestantes lunas.
Amanece quebrado el cielo de mi puerta
de horizontes azules inexactos
y el sol artificial los envuelve,
en su vida concurrida
en su vida concurrida
acatada en el fondo inerte y tropical,
donde desarmo mis ferocidades
donde desarmo mis ferocidades
en una simple burbuja de oxígeno.
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