sábado, 23 de junio de 2012

Paciencia


 "...Y el dolor pide disculpas 
como una buena dama de compañía..."
 Jacques Prevert


A las 7 horas del amanecer
el sol sucio y los barnices
pulverizala mañana fresca, 
que sigue en pugna
imitando madrugada.
Desdice el día este sentido claro
de papel abierto, que madura 
la gloria anónima del punto último.
Ella me enseña sus volúmenes 
y el énfasis de un torrente coloquial.
Le corresponde resbalar en la balanza
y me atraganta el verso, gime,
destaca sus senos diáfanos
tan asombrados, con un motivo
de arrullo y sin secretos
que me tiñe el bigote
en su centro prioritario.
La noche abrevia despedida;
perdón, he querido nombrar
la mañana desquiciada.
Porque yo vivo allí
posando sus muslos
en mi mente desarmada,
y todo sigue igual menos las pérdidas
acompañando nuestra soledad.
Ganan evidencias estas calles
de grises pizarras y el alma duerme,
por el fondo callan voces carmelitas
que admiten un silencio abacial.
Frío fácil aletea sin augurio
y temblorosos ojos tratándose de mí.
¿Es tristeza?
No, el viento de Ville d'Avray
traduce mágica alinasa
en la cebolla pretextada, hasta un iris
sacando el estupor del refugio afrancesado 
que me ha de sosegar, pero ya no queda libro
por donde colarse ociosamente.
Bajo la línea cambiada en mi perfil
vagan entre níveos bellos, crecen,
desalientan mis gotas tristes
más allá de sus ventanas ovaladas
achicando diástoles, de tanto abrigo
cuarteado de mi piel e imágenes
que se duelen observadas:
El esquimal del Sahara, rumoroso
y manchado por un odio local,
frente a mi puerta no termina de viajar.
Y la mujer nimbada cae de su acento
contra un cielo asfalto más real.
-interesante comercial para alimentos salvadores-
¡Tosta rica, unas galletas que engordan,
aunque protegen al rostro de caídas!
Levanto el humor seco de slogan
con chirridos como hojas,
porque debo entrar a mi heterónimo
que bulle compungido,
a su cuerpo tenso envuelto una vez más
del resumen de este tacto
que se sabe los rasguños.
Ya no hay símil donde apoyen mis impulsos,
aunque fuera el mismísimo  fantasma
de Boris Vianpara dudar
"si las cuatro estaciones son realmente cuatro"
pues, no me basta con levantar el clima
con restos íntimos del regazo
 o la suma sumergida en mil capas de la noche.
¿Qué puedo hacer? si el tiempo no se identifica
y es un ignorantsin lindero,
que aún no me dedica
una estación contigua.
Quedo entonces así, aflojo mis costuras
mientras las pupilaesperan
a que alumbre la corona,
que decida el azul  empalagado
de tinte florecido.



No hay comentarios:

Publicar un comentario