Como un vuelo de albatros

 "...nazco y huyo con la pedantería de una madrugada, escabullido"

                                                                                             Ismael Valdivia 

                                                                                       

Planea el albatros desplegando velas.

Ocupa el cristal de un éter pálido

con asolada intuición y arte de conflicto,

el magisterio de sus hojas brilla amontonado.

Vuela a fondo sobre la abstracta ampolla.

Gano de subirme al boulevard

de un burato cielo en bandadas de memoria.

Vuela cerca y ya es parte del exordio.

Vuela en mi mano, secuelas del día clava

luciendo la tristeza, de estas horas

que no dejan de oponerse a la molienda,

al polvo que se adhiere a tal rodillo

por todas las fisuras excesivas.

Yo poseo este rojo que me prende

útil, sonriente, espléndida flor

de mágico almizcle cautivador:

reverberación de miradas que sin esbozarse

claman desde sus tallos bendecidos

nunca hollados por el hado que acredita.

Y de aquí brotan melodías

hasta las perchas del parque con dardos

draconianos de la primavera.

Los árboles impávidos escuchan los chasquidos,

no compiten en mis sombras nítidas;

asienten con sus cabezas y no tiene precio

catar el verde total de su testuz-aroma.

Las cotorras  chambonas sobrevuelan

este silencio que desgrana su indolente apariencia

en el emporio de unas ramas, donde el temple

vocifera una víspera florecida; a la vez

que Venus equivale a un comino frente al Sol

y el siglo mitifica la tarda punta de su lápiz.

El albatros posa en el delirio del aire

adornando de salud mientras más viento.

Allí me quedo dos décadas para sondear la infinitud

de esta mirada, y vuelo de lujo bien retribuido

en mi asidua balanza de engastarse.