domingo, 24 de junio de 2012

Letanía del poeta guardando su mundo



 
El poeta con prisa
sus ojos conduce
al tácito blanco absorto
en imágenes dormidas,
para tenerlas dentro
del muro de sombras
y escuchar los fantasmas del color
o los huesos eternos
en las extremidades del tacto.
Después, ceñido a sus párpados
en la más limpia cita individual,
mirará con oídos arrendados y herencia
de murciélagos maestros dibujantes,
al misterio ciego de un desnudo
sin salir de entre los bultos oculares.
Mueve así el hombre
sus ojos falsos insaciables,
con los que la metafísica del iris
nunca contó  cierta virtud.
Por eso planta ese mundo
que proyecta  imanes
brisados como luz 
y sostiene en alto el cielo rosa,
que ayer le bendecía
su nimbo poético
como un vuelo de flamencos azorados.
Transparente paz
guarda el bardo
con tela gruesa de su vida
salvando resplandor
y hasta una flor
de labio replantado,
bajo el hueco oscuro 
donde brillan sus diamantes
sin astilla de sol. 




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