sábado, 23 de junio de 2012

El oficio de la vida


"...Duerme el sol, con la mano en el pecho sosegado..."
                                                                Arthur Rimbaud

Nuestra verdad enseña su copioso sudor
condenado a la virtud ensimismada
y el tangible afán de ser ejemplo sucesor.
Hoy forcejeo contra mí
y me planteo qué hacer con esos sueños
intrépidos del amanecer, insolentado por hablar
de su lindeza en paño destellante.
En la vida real como en el amor
trato de soltar este visaje que elude
nuestra atmósfera que ladra
una canción sentida.
Imagino a un camello resistente
atravesando sin cesar las cimas
rebanadas, difuminado como una idea
que no ha visto su placet.
Y allí, cual si fuera una piragua enajenada,
remuevo las copas en mi estómago
que ensayan el murmullo de jinete
y entienden la frescura en buenos aires,
salteando  boñigas invisibles.
Forcejeo contra mí, y en la trastienda
no alimento a las palabras de la fiesta
porque en silencio son monstruosos estadíos.
Y ocultan los irreemplazables paralelogramos
con ecos del mercado rebosante, justo aquí
en este lugar, junto a los costillares de su voz
si no desmienten el recurso automático
de los ojos, ni el halo femenino que le mido
nombrándola en exceso.
Las fangosas murallas del ardid
descuajado en el posible de nación,
restituye la tranquila voluntad
y cambia las posturas del oficio,
de la vida, esta vida donde brillan alimañas
y forcejeo conmigo, contra el fuero
que no basta para continuar en pie
con la equis presencia, que el tiempo
hace de mi ser.


No hay comentarios:

Publicar un comentario