lunes, 25 de junio de 2012

Nombrar a mi país




 Nombrar hoy a mi país
no es decirlo en medio de una Habana
con citas verdaderas, donde Lezama
aparece con tónicos alegatos
y su halo visible en el trono 162 de Trocadero.
Es hablar abordado por corrientes
desesperanzadas en el parque de la fraternidad
– apropiado lugar para reprimir-
sin el orfismo que elogia multitudes....
y resta su decir.
Se adjunta una noticia
y la suerte de verla escucha la porción,
refractando el aluvión con sus bilis
desgarradas por el grito unánime,
gracias a los sabios adelantos que caben en la mano;
y claro... no envían aquellas señales
hacia el cielo adornando el humo
de llegada a la vigencia.
Se apuntan a la costumbre intrépida,
la inmediatez del fotorreportero 
que existe en todas partes,
cuando la vida es de otro modo
como rubeola extendida.
Me hizo falta mucho antes, para iluminar
blandamente estas memorias
en mi paradojal espera imperturbable,
y demostrar así la tremebunda labor
de aquellos opresores.
Es tarde y una masa se encarga
de concretar mi viejo sueño;
y  los restos de fachadas resistentes
no impiden que concurran
todas las erosiones en cálido arrojo.
Nombrar a Cuba no debe ser como entrar y salir
a una muestra obsoletque desgasta,
en jornadas del alma aposentada
o  premiar de adjetivos a los sátrapas legibles,
que impunes reinantan imperdonables
como su propia dinastía traqueteando en el poder.
Ni se puede simplemente eliminar un dolor
que fue estanque abigarrado
de terrores sobre el sembradío.
Un grotesco tiovivo sin medida
escuchando lamentos, que emergían
muriendo tan despacio,
humildes carruseles de ilusión.
Y no deberá ser la vanidad
de algún bolero anticipando titulares
del amor en la sombra inexistente;
tampoco estar con el tamal en la nuez,
o rones en digestiones desafiantes.
Es tragar este oxígeno reverso
y hacer salir al murciélagque rueda
entre las leyes de nervios maldicientes,
con sus puntos borrosos y fértiles silencios
luciendo verdes palmas, o vitolas concebidas
desde el telúrico verde detallado;
verde valle y verde miedo postrado
en la escarcha que oculta una lluvia misteriosa
artizando con garralas dignas reivindicaciones
que contamos como frutas.
El claro reflejo de ese mundo agónico crece,
hoy lo muestro….han sido otros como yo,
limones removidos recorriendo las mañanas
volteadas, con el jaguar en el estómago,
corazones amotinados ante la vergüenza 
acumulativa de tener al enemigo arando en casa,
derrumbando la ciudad,
levantando cada piedra
para ya no erigir nada;
los mismos de siempre,
agricultores del pánico.


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