De mi libro a dos manos con Adela Corporaal "Piedra de toque"
Pepe Morales
Un
viaje pronto lanzado a calmas, donde las neuronas se tiran a beber cristalinas
en su fuente, afronto los regalos y la creación se encalla, admitiendo componer
de metalla este jardín en la hondura de garganta donde pienso. El mar, ese
estropajo de oro que poco a poco se irá levantando tiene carnosidad de balsas
cómodas, donde muevo las campanas de mi ritmo avalando el deseo de diálogo
peculiar. Cómo pasar este suspiro soberano si la risa duele al no estar cerca y
busco este lugar, metamorfosis de mi sala, con los sí y no que casi son sinónimos, en el
bello paraje donde mi vida no ha estado debiendo ser igual que otras escenas
absorvidas con emoción. Ahora he dejado el sitio y distraídas las teclas echan a
andar hundidas en costumbre conformes a nosotros y sueño que alguien me espera
en lustrina desembocadura de mi celebración. Ando entre nubes y tapo nostalgias
corriendo a mi raigal de auxilio. Son caravanas de recuerdos hacia atrás, hacia
el gris de un rugido sin morada que no es miedo, ni sombra, simplemente huesos
que nunca fueron humo entre las luces, ni descanso que se precie de sellar
tristes historias. Es un día grande y una legión de amigos antiguos me acompaña
con regalos del cielo y silencio de nombrarme. Algunos sonríen, otros traen
sones en sus andares, pero todos me regalan sus sueños sin temores, sus pausas
sin distancias..¿habrá regalo mayor...? Sí, ya es otro aniversario y casi tengo
un güiro y una tumbadora y un sinsonte en el jardín que voy armando, le siguen
Orula, Changó y tu linda Ochún que siempre brilla en medio de tus noches,
pero,¿ me entiendes amor...? Reposa tu cabeza por ahora y regálame el lujo de
tenerte siempre detrás de esta collalba.
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