Salvador Dalí
Vagan
huellas de ciertos hombres
proclamando
voces maldicientes
a
cualquier hora, sobre la esencia gris
de
una ciudad, que se vacía por la misma causa.
Sus pasos,
sus quejas y utopías de abismal tristeza
son
lo que no escucha bojear tanta sonrisa,
donde
concurren la exención y el límite
y su
instinto a medias, en el hueco de consignas
que cambian
la intención vasta del influjo
y
víspera del tiempo, turbia máquina
que certera
hilvana, retumba pensando
en
el reparto existencial: sueño-amor-necesidad.
¿A
dónde ir a descifrar enigmas?
ya
no les queda inocencia, a cualquier hora
en
cualquier ciudad, cualquier hombre capaz
del
tacto cobarde por una causa miserable.
Y se
desnudan sin rumbo, ni esperanza,
casi
sin sendero, en los orígenes casi de su creación;
aquellos
de intrínseco vagido y miedo
coloquial
incontenible sin reparto,
entregados
para siempre a borrar
la
delineada emanación de limpia mujer.
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