lunes, 13 de agosto de 2012

A toda velocidad el mundo






"...En el reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo."


                                     Alejo Carpentier (El reino de este mundo)                                        




Cada vez el mundo se me pasa sobre los crueles edificios que en la hierba crecen, hasta corromper su huella práctica en escarpe. Ocurre de nuevo, inefables novedades se precipitan en moráceos de rapiña e inepcia del avance, y en este remedo mi espíritu crece manso en su floresta. El mundo pasa sin creerme intercambio con la simple golondrina del fondo libre de mis ojos. Yo no conozco las hordas de este avance secular del universo. Sé de partos matutinos destapando hábitos, cubriendo las ausencias y del fuego fatuo en el lomo de un caballo, o de algún dios aguardientoso reclamado en la nieve una sutura de aire...pero, ¿quién soy...?
Si cruzo un solo puerto en tus labios y veo el sentido del agua en tu mirada, que de ciego curso me imaginan, soy entonces el verso de tu siesta...¿quién soy...? subíndice  del párrafo perdido, en cicatrices escaleras y orzas desairadas en cemento. Hasta comprendo al animal que me apodera, polisémico y diáfano de embiste, dibujando sus espejos, existencia abreviada de guardesa. Pero no, no, el tiempo no me desanima, no me desancla porque sienta los senos que me aclaman en el paraíso, árbitro placer que no se mueve y gana a la codicia. Nos situamos y el mundo de largo vuela, nos excluye de sus ganchos, se espanta en el lapso que se nutre una flor en el verdín pagano de mi amor pausado.

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