El diario acontecer de mi taller contaminador
Nayra López Matos
Tóxica
mugre
entre
dos ventanas que se oponen
y
moribundos mis ojos, sin comulgar
en la dañina costra.
Me
asiste la razón de los flamencos
del verano, tañidos
rosados, orgullo
de mondos y afónicos mangles supeditados.
Artesana
la mirada, elige de un paisaje
su estampa que
me pide despegar,
sobre las plomizas suciedades
de
atrapados sodios
y
venenos presuntuosos.
Me
inflo con aire marchito
y al
fondo le asusto claridad que corro...
ya me
iría con su amable risa
contaminada para algunos.
Los
alcornoques retozan
ignorando la benzalacetona
que
intenta el control con arrogancia,
los ácidos gobiernan.
La
primavera me busca
cuanto más adentro e
imagino
un cuadro en los bodrios invencibles
de la sosa o en
sus barros
de triste ebullición inalterable,
ya que vibra de emoción el pensamiento.
Crisis
en vastos corazones necios
y la
nube baja nunca asciende
atingencia
del buró que lleva altar
inoportuno: un
mes cinco buenas manos...
y el siguiente, al descubierto
eramos otra cosa, tres fuerzas que quedaron
eramos otra cosa, tres fuerzas que quedaron
alzadas
dentro del maldito polvo negro.
Yo
mando, descompongo la maldad
lanzando mi amor como
un remedio
de alegre resonancia, sobre el ruido
y la
desarmonía que apaga su instrumento.
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