A la cara fugaz de lo inefable
Raúl Luis
Recorro
llamas precisas
me muevo en el dolor
por
un pétalo de color vivo
que me adorno hoy.
Por
algo me dejé estas marcas
que
no sólo dejas tú, soledad.
Viene
a ser como luz serena
inalterable
de otro fulgor;
así
que dejo un tanto de placer
por
las exasperadas palabras
en
medio del institucional miedo
y
respiro al descubierto
para
que no sean mis sueños
una
verdad heredada,
únicamente le rondo míos...
lo
correcto sería esperar entre aromas,
nubes
mudables o el humo paciente
éter
de olvido la deuda que pesa,
que
es sueño, tercos deseos;
ya
les he visto recién hechos como niño...
¿qué
necesidad guarda la espera...
qué
función de madre harán
sus pupilas descifradas...?
sus pupilas descifradas...?
Salgo
de ahí bastante abstraído…
no,
no soy ateo, creo siempre en la fe de otros
y
sigo mi instinto de contagio.
El
celoma de mis sorbos tengo en blanco
y mi
amor está guardado a golpe de aprender;
sí,
ya sé que suena cursi,
¿lo será este duende amordazado...?
la
ternura lo es, alguien dio la voz
para
contaminarme de lirismo
y
sudó mi alma y redobló su prosa vigilante.
Otra
vez suena un rintintín...
mi mano mueve su latígrafo
¿no ves como me invento sumas?
no,
por ahí no vuelvo a andar, me autocensuro,
siento
la huella renuente en las llamas precisas
y
sílabas atormentadas como sombra de muerte,
útero
de lágrimas del desastre
al que no le dejo orilla
para que se extinga.
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