lunes, 13 de agosto de 2012

Extraña meditación en el mismo fuego


                                 



                   A la cara fugaz de lo inefable
                                           Raúl Luis                         



Recorro llamas precisas 
me muevo en el dolor
por un pétalo de color vivo
que me adorno hoy.
Por algo me dejé estas marcas
que no sólo dejas tú, soledad.
Viene a ser como luz serena
inalterable de otro fulgor;
así que dejo un tanto de placer
por las exasperadas palabras
en medio del institucional miedo 
y respiro al descubierto
para que no sean mis sueños
una verdad heredada,
únicamente le rondo míos...
lo correcto sería esperar entre aromas,
nubes mudables o el humo paciente
éter de olvido la deuda que pesa,
que es sueño, tercos deseos;
ya les he visto recién hechos como niño...
¿qué necesidad guarda la espera...
qué función de madre harán 
sus pupilas descifradas...?
Salgo de ahí bastante abstraído…
no, no soy ateo, creo siempre en la fe de otros
y sigo mi instinto de contagio.
El celoma de mis sorbos tengo en blanco
y mi amor está guardado a golpe de aprender;
sí, ya sé que suena cursi, 
¿lo será este duende amordazado...?
la ternura lo es, alguien dio la voz
para contaminarme de lirismo
y sudó mi alma y redobló su prosa vigilante.
Otra vez suena un rintintín...
mi mano mueve su latígrafo
¿no ves como me invento sumas?
no, por ahí no vuelvo a andar, me autocensuro,
siento la huella renuente en las llamas precisas
y sílabas atormentadas como sombra de muerte,
útero de lágrimas del desastre
al que no le dejo orilla 
para que se extinga.

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