viernes, 14 de diciembre de 2012

Nocturna mañana sin molestias, sólo el trémolo de rocío


                                          Karl Schmidt Rottluff



Inconsciente brecha hay en el tiesto de pajas
donde cierto día se ensañó la nítida belleza.
Una leve sapidez de achicoria en mi voz,
cuando estrías de un fracaso he visto;
con hamacas, columpios, interdictos
y tiovivos odisiacos sin parar turbio sentido
de expresar hollejos del diafragma y anhedonia.
Escalan rasgos de engullir, gárrulo de suspiro
con teoremas lanzados a calzar oligofrenias.
Nadie deberá subirse en paralelo puente,
ni volar siendo serpiente o roedor en extravío.
En el marabú un bucólico  lirio fértil
pasa por debajo, e ilumina por igual el humedal
que también tuvo vida detrás de su Thera explosionada.
Nadie suspende notas de morir en blanca huella.
¿por qué cortar esta leche que bebí?
¿qué evitar si ya eyaculo lo mismo en mis crecidas?
Nadie sabe de mí, nadie me visitó a la cárcel que no fui,
a la guerra en que morí, al cielo que bordé de calma
con balanzas de óleo y consentidas anteojeras,
excepto la Freyja que viene a asir mi gemido magma
y ese otro que soy yo, el invisible hacedor
disparando glándulas de amor, venas cercanas al amor
cuando resalto mis hernias de la poesía diáfana.
Nada soy hoy y lo soy todo en ablución de prados
y playas coherentes ondeando mi cintura.
Nada perderás tristeza si me olvidas, pues, el rocío
no es un remanente, sólo un río sin errata de corriente.
Yo digo aquello de copiarle al alma su caballo
y destramo el valle de papel con leve fuste.
Tan blanda es mi lorica segmentata
que es vencida por la flor intrépida
y ni puedo ocultar los signos de mis canas tímidas.




1 comentario:

  1. Comentario de Aur R.C. Hace 2 horas
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    Nada perderás tristeza si me olvidas, pues, el rocío
    no es un remanente, sólo un río sin errata de corriente.
    No puedo decir nada más. Bueno sí, hoy tus letras laceran la comodidad y profundizan hasta la raiz. Allá donde todos ponemos escudos, excusas y muchas veces autoengaños, alli que somos unos jueces implacables para los demás y donde nuestro autojuicio, de haberlo, está lleno de atenuantes ante nuestros actos.
    Magnifico lo que hoy te he leído.
    Un saludo
    El tuareg

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