miércoles, 26 de septiembre de 2012

Flowers Childrens


 Al negro Peteko; uno de aquellos descontentos. Noble, entrañable amigo, buen vecino, mediador, festivo y padre del amor que me ha seguido durante 20 años...
Conocí a los flowers children del Vedado*, me crucé en su nimbo como albores, como apremio de risas, como pétalos caídos. Muy joven era para afiliarme a su rango depravado y jubiloso, pero el Holokú y el Cheresada iluminaron mi injerencia; y el Turf de calzada o el Maxim de cierta Habana tendenciosa, en sus rezagos de clubes por barrios eminentes, amansaron mi bravura indócil. Todos por igual en los 80 a desaguar me obligaban incontables asperezas. Pero encontraba siempre un hp duplicando sin parar las consignas, que el destino endilgaba en duras marchas, desplegando resistencia con la voz de mis zapatos. Había terminado en el sitio equivocado aunque nunca se notaba el ala ancha en mi puño listo y anhelante.
El negro Peteko se codeaba en la Rampa con la crema disidencia musical; volaban heridos y orlaban las prendas del dolor. Contó las hazañas de escuchar lo prohibido brillando en la bruma proscrita y me fogueé con rock de rapada cabellera. Erigimos una moda de botas rusas y camuflado wrangler moscovita; y expugnamos aquellos costeros círculos sociales mutilados para el pueblo, donde los rayos caudalosos descendían como piedras. Fue una época de aversión, y el canto de semilla temía crecer con ciertos daños en sus tallos carillones. Por eso los embarazos nunca treparon el árbol que sonaba a medias; a medida que mi vida se militarizaba sufragando un sonido vulgar, desprendido ante la maroma compañera.
Así vinieron los 90 con mi decepción de segunda en horas de primera; y un hp encarnado en mi mente poliedra como una grosera campana sin cesar, sin pensar las consecuencias del desgaste. Los amigos rojos se acercaron, los de verde se cansaron, los del turquesa naufragaron predicando el blanco limpio del azul y no me amilanaba, aunque mi uniforme me apretara la conciencia con vísceras de la naturaleza. Hasta que lo perdí, perdí esa carrera, perdí la edad del aire y los recursos incontables de las armas, pero unos protervos mandamás me lo recordaron siempre desde el infundio de sus globos, desde las voces con álabes horarios.
Hubo amores, eso sí…reales amores con ventanas, amores posesos, amores ventrílocuos, amores agónicos de costumbre y no me detuve por mi amor sangrado. Al parecer, había cada vez un hp nuevo de paisano a la hora exacta de mi amor costumbre…¡Cuánta tristeza enarbolada, cuántos recursos ensillados para el mal…!. De modo que llegué a donde la sumatoria de mi amor era anacrónica: locomotoras canadienses tirando millones de arrobas de argucia socialista. El cañaveral de mis púberes entrañas se convirtió en una mierda verde y viva, que terminaba blanqueada por un ingenio, tumbadas en un basculador de ilusiones trasnochadas, hasta ser violadas en trapiches de oro blanco, para perderse después en los confines de bagazos de aquél mundo sombrío, irregular, de una era suicidada con sus crines tiesas.
Ser feliz serenaba mi objetivo, ser feliz era el mito de amoldarme a los daños heredados por costumbre, entonces el milagro rompió el cerco donde pacía mi tornado. Pero el acechante individuo arrancaba los anticipos bálsamos convocados por el sueño. Un día no hubo nadie a mi vera y me desnudé a silbar dentro de un estanque de vacío negro, me sentía extraño, soñaba con más fuerza en la brisa aquí en mis nubes y subí los tonos excitado como un búho; estuve a punto de componer algo, no sé bien qué cosa, porque sólo tenía una pluma robada a uno de aquellos personajes, y dos libros disidentes de la mejor cosecha literaria. Ya no era militar y no mataba los roces finos de mi edad en espíritus rondantes, ni siquiera trabajaba en algo digno, y las palabras subliminales brotaron de mi soledad hallando mi tristeza. La noche fue una escalera olvidada, donde los poemas encendieron candiles que flotaban como astros y se juntaban frente a la mismísima muerte. Comprendí el transcurso en vano de mi sangre, pero después, mis memorias intactas ocuparon todo el espacio guarnecido y recordé a los flowers children, escribiendo bajo el agua pensativa, pintando la inhalación viva del paisaje, escuchando música como a dioses sobre avisos; entonces mi verdad me acompañó sigilosa y más contemplativa, abandonando a mis otros personajes con el zumo de la pólvora suspirando en la nariz.
Aquellos locos me leyeron como premio, pero nunca pude seguir sus dulces viajes a ninguna parte. Me hice un camino extraño en este mundo, enseñé a mis huesos disparados hacia el otro acontecer. Todavía recuerdo al enorme y viejo Peteko, joven aún para lágrimas con músculos en la despedida: ¡Rata, nunca te pierdas; de los nuestros quedan muy pocos ya…! Entonces me abrazó un exilio con voz de porcelana!.
Pero los “hombres politizados” continuaron metiendo su lengüeta pérfida, en los arreboles limpios de mi alma en flor bien desterrada.




*Vedado: El barrio más emblemático de La Habana, que en los 80 ostentaba numerosos clubes nocturnos extraordinarios, de antes del 59, donde refugiábamos todas nuestras ansias juveniles.



8 comentarios:

  1. Comentario de Olga Lucía Florio el junio 19, 2012 a las 6:52pm
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    FUE UN PLACER LEER TUS ESCRITOS. SE PARECE MUCHO A LO QUE SE VIVIÓ EN MONTEVIDEO EN TIEMPO DE LA DICTADURA. LA JUVENTUD COMUNISTA A LA QUE PERTENECIÓ MI FAMILIA Y POR ESO FUERON MUY PERSEGUIDOS. ME TRAE MUCHOS RECUERDOS DE UN TIEMPO MUY DURO, FELICITACIONES MANU, SALUDOS.

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  2. Ana María Hernández26 de septiembre de 2012, 4:33

    Comentario de ANA MARÍA HERNÁEZ el junio 19, 2012 a las 7:55pm
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    UN HERMOS RELATO DONDE DESPLIEGAS TODOS LOS RECUERDOS DE TU JUVENTUD.
    JUVENTUD DIVINO TESORO QUE TE VAS PARA NO VOLVER Y YA PASADOS LOS AÑOS LA PODEMOS RECORDAR Y EMOCIONARNOS POR ESAS ANSIAS DE VOLAR Y QUERER ARREGLAR EL MUNDO, CUANDO EL MUNDO NO TIENE SALVACIÓN Y TODO ESTÁ TAN PODRIDO QUE HUELE MUY MAL

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  3. Jose Ramiro Flores Méndez26 de septiembre de 2012, 4:33

    Comentario de Jose Ramiro Florez Mendez el junio 19, 2012 a las 8:13pm
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    Hermoso e impactante, un abrazo.

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  4. Comentario de Marysol Salval el junio 19, 2012 a las 9:18pm
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    Muy interesante relato, querido Manu, nos abres las puertas a los recuerdos de tu juventud, a todas esas vivencias de cuando uno aun es un poco irresponsable, pero que se quedan enquistadas en la memoria y nos sirven de futuras lecciones. Me gustó mucho, voy conociendo un poco toda esa realidad de la Cuba que viviste. Te abrazo fuerte.

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  5. Comentario de Aur R.C. el junio 20, 2012 a las 5:12am
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    Un relato con desgarros , impactante y modélico tanto en su estructura como en la riqueza de su vocabulario.( perdona que insista en este tema, riqueza del vocabulario, es que creo que en tanto haya más palabras oidas o leídas más léxico tendremos, pasa como con los ríos , si aprendes cuatro, al final , cuando pasan los años solo recordarás dos, ya se sabe que hay un aforismo que dice que la cultura es aquello que puedes recordar).
    Gracias de nuevo por compartir e ilustrar.
    Un saludo
    El tuareg

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  6. Comentario de Manuel del Pinar el junio 20, 2012 a las 6:48am
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    Gracias amigos. El negro Peteko es un tipo formidable. Curiosamente aquí hablan de negro y suenan las alarmas....si Malcolm X les oyera, terminaría endilgándoles un sermón sobre el orgullo de su raza. Recordar aquellos fascinantes clubes nocturnos es tener las pruebas de la depauperación de toda una sociedad, de aquellos lugares que se llevaron un trozo de nuestra joven felicidad. Pero mucho antes de eso, los Flowers children colmaban el Vedado y había algunos de ellos, ausentes de materia escribiendo y pintando como dioses caribeños. Yo era muy joven e los 80 y ya ellos venían en retirada. Pero el niche Pete (primero profesor de los hijos de los Castro y otros comandantes, luego profesor de Bachiller de varias generaciones de habaneros) se cruzó en mi camino y su casa se volvió mi galería. Me decía: "Aquí te dejo mi llave, cuando vuelva quiero ver pintado hasta el refrigerador". Era el padre adoptivo de mi actual mujer, por él nos conocimos y hasta hoy.... Cuando me paseo en un lugar de ensueño, o cuando bebo una cerveza, el pavimento o la espuma me recuerdan la estrecha amistad que nunca cree en la diferencia generacional. No he conocido a nadie más festivo y manso que él. Es una de las causas de que el exilio nunca se pueda completar...
    Muchas gracias. Un abrazo

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  7. Gloria Eugenia Lemus26 de septiembre de 2012, 4:35

    Comentario de Gloria Eugenia Lemus B. el junio 20, 2012 a las 12:03pm
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    Tus vivencias Pedro Manuel, son impactantes, redactadas con tanta maestría y detalle
    se hacen tan vívidas que el lector puede rememorarlas.
    Eres genial !
    Un beso.

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  8. Comentario de xxxxxxxxxxxxxx el junio 21, 2012 a las 1:18pm
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    Interesante relato, con vivecias maravillosas que plasmas con gran fuerza y sabiduría, un gusto leerle.

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