miércoles, 26 de septiembre de 2012

El eterno tesoro tarareante



                                   Camagüey


En el portal y el patio de aquella casa de Previsora, solía reunirse la abultada familia. El barrio era un hervidero y los rostros familiares entraban y salían a la vez, como si se tratara de la última fiesta.  Cada año por esa misma fecha, decidían matar el lechón allí mismo, en el patio de los juegos y los tendederos, debajo de las sombras tibias y oleosas de aquellos árboles, que escucharon tantas animadas vocecillas corretear con gusto por los dos costados, y sin esperar la lógica gravedad de sus regalos maduros. En las aceras laterales solían juguetear los niños traspasando los copiosos y lascivos crotos del color de las cervezas, pegados a las tapias divisorias, por donde se perdían con placer las lenguas enredadas e inservibles en todos los mayores.
Un tío matarife sacrificaba al animal a eso de las seis. Los chillidos se oían repetidamente, como si el eco no dejara de existir nunca, como si el último grito acrecentara el rojo amanecer, resistiéndose a perderse en aquellas manzanas simétricas de casas y hogares similares, de familias similares que esperaban este día como un acontecimiento trascendental, único, aunque el rito se hiciera a propósito de idéntica forma al llegar el fin de año.
Los chamas nos subíamos a los techos. La cercanía de los tejados permitía a algunos más locos saltar de casa en casa, como si se tratara de un juego más, como si el aire de esos días protegiera nuestros saltos intrépidos, haciéndonos flotar como ángeles del humo sistemático, que emanaba beodo y al unísono, para subir disuelto en invisibles y tangibles globos encima de cada patio, dándole un bello contraste al cielo tan monótono de avanzada mañana. La música alborotaba aún mas el ajetreo continuo, hacía que las violentas carcajadas se transformaran en baile y viceversa. Todos a la vez exponían sus chistes nuevos, casi siempre los cuentos de Pepito acaparaban la atención máxima; un jovial corro de facundia formado alrededor de la candela hasta la madrugada. Dos estacas se clavaban a ambos lados del agujero que contenía la leña ardiente, y encima descansaba la púa que atravesaba al puerco, el cual se iría asando muy lentamente hasta alcanzar la categoría suprema en el recuerdo. Los muchachos nos turnábamos dando vueltas a una especie de timón improvisado, para que el pellejo se dorara homogéneamente, y los mayores bebían ron Puerto Príncipe, endémico de la ciudad legendaria y tradicional de Camagüey.
El tocadiscos se atrevía con todo tipo de música cubana y las familias destilaban alegría en adentradas conversaciones. Los Van Van se podían oír hasta en el pesado sueño de sus muertos. En cada cuadra se sentían los cristales de las persianas vibrar del tumba'o inconfundible. Resultaba increíble que una aguja tan fina, recorriera con tanta suavidad los círculos dispares del vinilo, provocando tanto alboroto y emoción: ¡¡ Bacala'o con pan...!!- y todos coreaban sin dejarse una nota, ¡¡Bacala'o con pan...!! y el baile de casino embellecía el recuerdo con la súbita coreografía que contagiaba hasta a los perros, a los pájaros de índole animal, a las sillas maniatadas por el hierro, a los más patones que empezaban a moverse poseídos por una indescifrable impronta de atávicos envites esotéricos. Dos chiquillos discutían casi siempre: ¡el rabito es mío!, y las madres intervenían enseguida con un cuchillo, dispuestas a cortar de un solo tajo aquella discusión, o sea, el rabo tostado, para compartirlo por igual entre rivales.
Así era entonces, pero la literatura o el cine no son capaces de reproducirlo. Aquellos amaneceres emocionales y complejos del barullo, nunca logrará pintarlo la dotada magia de un pincel o el exilio que sólo suele caricaturizarlo. Pero lo peor es que no estarán siempre en la mente. La memoria encontrará una fisura en donde empezará a desacertar y este párrafo mismo sería una memoria expósita, que deambulará en un imaginario oftálmico casi sin creer en lo real de aquella maravilla que excluía a la miseria compañera.
Hoy soñamos aventuras del pasado, la vida nos devuelve a un viaje insatisfactorio e interminable hacia las raíces, soñamos premios, casas, autos, países soñamos, pero entre tanto sueño y tanta memoria permanece el olor de aquellos tiempos, el aroma indescriptible del café absorto de la abuela que hoy penetraría más molido en nuestras sombras, obsequiándonos sus manchas de un cariño vehemente; o del puerco asado como una efigie ahumada en la conciencia, como un capricho que dimana por suerte en la mente salvadora con sus extrañas cavidades, en donde los niños que fuimos seguimos tramando gajos de guayaba, para que dejen su jugo vaporoso debajo de nosotros, en las brasas encendidas de una misma tierra, donde escondimos el eterno tesoro tarareante, con esos matices fascinantes de inventario familiar.




7 comentarios:

  1. Comentario de Magda Lluna el julio 9, 2012 a las 5:27pm
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    Encantada de leer tu prosa,querido amigo,besos

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  2. Jose Ramiro Flores Méndez26 de septiembre de 2012, 2:38

    Comentario de Jose Ramiro Florez Mendez el julio 9, 2012 a las 5:32pm
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    Un placer leerte, un abrazo.

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  3. María Alicia del Rosario26 de septiembre de 2012, 2:39

    Comentario de maria alicia del rosario el julio 9, 2012 a las 6:23pm
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    ¡qué imágenes bonitas Manuel! Es la vida que se diluye entre los recuerdos y son los aromas del ayer, mezclados con el presente que nos envuelve indefectiblemente...Muy bueno.

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  4. Comentario de xxxxxxxxxxxxxx el julio 9, 2012 a las 8:59pm
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    Hermoso tu decir en esta prosa llena de verdades que se van dibujando con esa sabiduría tuya y el manejo exacto del lenguaje; un placer leerte querido amigo
    "Así era entonces, pero la literatura o el cine no son capaces de reproducirlo. Aquellos amaneceres emocionales y complejos del barullo, nunca logrará pintarlo la dotada magia de un pincel o el exilio que sólo suele caricaturizarlo. Pero lo peor es que no estarán siempre en la mente. La memoria encontrará una fisura en donde empezará a desacertar y este párrafo mismo sería una memoria expósita, que deambulará en un imaginario oftálmico casi sin creer en lo real de aquella maravilla que excluía a la miseria compañera."

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  5. Ana María Hernández26 de septiembre de 2012, 2:40

    Comentario de ANA MARÍA HERNÁEZ el julio 9, 2012 a las 9:28pm
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    ASÍ ES LA VIDA AMIGO MÍO UN RETORNAR AL PASADO PORQUE ÉL NOS PARECE MUCHO MEJOR O ES QUE ATESORAMOS EN LA MENTE SOLO LOS BUENOS RECUERDOS AQUELLOS DE UNA INFANCIA FELIZ AUNQUE HAYA SIDO POBRE O RICA PERO SÍ RICA EN CARIÑO QUE ES LA MEJOR DE LAS RIQUEZAS
    BELLO RELATO CON AROMA A INFANCIA FELIZ

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  6. Comentario de beto brom el julio 10, 2012 a las 4:39am
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    Hace tiempo que no llega a mis ojos, un escrito de tal nivel.
    Todos los elementos se han concretado aquí, desarrollo del tema, buen idioma, interesante, nostalgioso, salpicado con detalles que enseñan costumbres, sentimientos y vivencias de una epoca que ya no está.


    Mi pluma de felicitación para ti, poeta
    Shalom, Manuel
    yo

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  7. Comentario de Manuel del Pinar el julio 10, 2012 a las 6:06pm
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    Les doy las gracias a ustedes, amigos. Si no estuvieran, tal vez todo esto que escribo quedaría en las mismas cajas de vino donde guardo los apuntes, estos mismos casi sin ninguna diferencia. No creo que merezca tanto, pero les agradezco que se unan a mis palabras para darle más valor que el que pudieran tener. Un abrazo enorme.

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