miércoles, 26 de diciembre de 2012

Luces para un árbol



He aquí la dilecta fecha
devanada por sables de luz
y loros propalando fiestas.
Espejos de sombras caras
en rascacielos de una planta,
venciendo al humo que prosigue
hacia el embudo sueño cuestabajo.

Mi piel aún fresca ofrezco
y que el anzuelo deje su punción
en mi ladrillo con tal de que repitan;
repetir el fulgor de sus medallas.
Y me ciego, enmudezco de gracia y afán
si un polizonte hiciera falta,
a la cruzada sutil del almanaque.

Brillan mis pupilos, vuelan sus ojos
entonces, el espejo alumbra  pobre
sobre el pino sabio de piruetas trotacalles.
porque asumen frentes las lucetas,
aleteo de cocuyos inhabilitados
en sinsabores coros de edificios reiterados,
que de ruinas más lejanas nos distingue el astro.

Júbilo nocturno y fecha de lustre agio
para mojar la sequedad del habla,
con luciérnagas en lomos de fachadas
y desde el metatarso, o del plebeyo árbol
de la concubina acera también cuadriculada,
la espléndida mirada alba.



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